VERONIKA MENDOZA EN THE NEW YORK TIMES
Publicado por Antonio Arteaga el dia miércoles, marzo 31, 2021
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VERONIKA MENDOZA EN THE NEW YORK TIMES
Publicado por Antonio Arteaga el dia miércoles, marzo 31, 2021
VERONIKA MENDOZA EN EL NEW YORK TIMES
https://www.nytimes.com/es/2021/03/30/espanol/opinion/elecciones-peru-2021.html
PERISCOPIO ELECTORAL
¿Tendrá el Perú su primera
presidenta progresista o volverá atrás?
Verónika Mendoza es la única candidata de la
izquierda progresista para las elecciones presidenciales del 11 de abril. En un
país en donde los proyectos de izquierda no han contado con apoyo popular, la
candidata parece encarnar una alternativa esperanzadora.
Por Gabriela Wiener
Periodista
y escritora.
30 de marzo de 2021
MADRID — El penúltimo debate
presidencial en
Perú, el domingo pasado, lo ganó la candidata de la izquierda, Verónika
Mendoza, solo por ser una persona normal. No es broma. Entre sus rivales, hay
un señor que afirma que la
covid se cura con cañazo y sal, otro que no cree en el uso de las mascarillas y un exfutbolista que
asegura que sobran
vacunas en el mundo. También aspira a la presidencia la hija del dictador Alberto
Fujimori, Keiko, imputada por corrupción y deseosa de indultarlo.
En el debate de ayer,
que volvió
a ganar según varias encuestas, vimos lo mismo: la sensatez y el sentido común son ahora mismo
bienes escasos en la campaña electoral peruana. El 11 de abril, cuando serán
los comicios por la presidencia, los peruanos tendremos demasiadas
alternativas. Y creo que solo una, la que de manera más clara ha logrado
trasmitir su plan de gobierno, es la opción para no retroceder: Mendoza. Su
propuesta se resume en poner por delante la vida y la salud de la gente;
defender que la educación, la sanidad y la vivienda son derechos y no negocios,
y reconocer a todos los peruanos como iguales.
En los debates hemos visto
una parte de la retórica que están usando los
candidatos para desacreditarla: buscan retratarla como una mujer radical y
chavista, los demonios de una izquierda anacrónica que ella no representa. El
problema es que semejante estrategia del miedo puede que sirva para ganar votos
pero no para mantener la gobernabilidad del país. El Perú vive una crisis
política eterna. Y tras décadas de gobiernos neoliberales esa crisis es
imposible de ocultar.
La elección de candidatos
de derecha no ha servido para evitar la plaga
de la corrupción o salvarnos de una pandemia
global.
Ante este escenario catastrófico, tenemos solo dos vías: optar por la corriente
continuista y conservadora en políticas económicas y sociales o dar un salto de
fe y elegir, por primera vez en décadas, una opción progresista.
Así que el 11 de abril, los
peruanos tendremos la opción de optar por esa posibilidad inédita en nuestra
historia reciente: salir de las opciones de derecha. Y sería también histórico
tener a una mujer al mando en un país en el que ninguna mujer ha llegado a la
presidencia por elección popular.
Hemos probado en el Perú
décadas de populismo, de proyectos empresariales, de planes de centro que se
quedan en el discurso, de derecha y más derecha económica. Aún quedan por
probar el progresismo real, la democracia participativa, el feminismo, los
derechos sociales. Quizá se avance poco a poco pero solo algo está claro:
Verónika Mendoza es la única opción para no retroceder.
El escenario del desencanto
Todo
empieza con la Constitución de Fujimori de 1993 que precariza el sistema
público, entrega el Estado a los grandes poderes económicos y lo hace con suficiente
margen para la proliferación de la corrupción. La sensación es de estar viviendo la
democracia como farsa. Los mandatarios de los últimos años —salvo uno que
se suicidó para evadir la justicia— están procesados, vacados
o presos. Y solo en el último año (¡en el trascurso de una semana!) el
Perú tuvo
tres presidentes.
En este escenario de
desencanto, más de un tercio de los peruanos sigue indeciso
y el voto se reparte lenta y tímidamente con una
media bajísima por candidato, incluso para quien encabeza los escrutinios: Yonhy Lescano, el
candidato del cañazo y la sal, congresista eterno, líder de uno de los partidos
golpistas que
hace pocos meses vacaron al expresidente Martín Vizcarra en plena crisis
pandémica. Como se sabe, dicha maniobra ilegítima fue rechazada por la
población y las manifestaciones fueron objeto de una feroz represión. Dos
jóvenes fueron
asesinados y
Lescano sigue lavándose las manos de lo ocurrido.
El
segundo lugar lo disputan cuatro aspirantes a los que distancia muy poco
margen: el exfutbolista George Forsyth, hombre de derecha liberal con una
docena de fujimoristas en su lista parlamentaria; la propia Keiko Fujimori, quien no necesita
mayor presentación: requiere de una orden
judicial para
moverse por el territorio; el ultraderechista Rafael López Aliaga, empresario
millonario moroso, alguien que se flagela
todos los días por Cristo. Y, finalmente, Verónika Mendoza, la única candidata de
izquierda y cuyo lema personalista y rítmico es: “Con Vero, el cambio
verdadero”. Una idea que, sin embargo, parece empezar a calar en la población a
menos de dos semanas de las elecciones.
“Puedo comprender que en
este doloroso contexto haya temor al cambio”. Hay más de 50.000 muertos—aunque se sospecha que la
cifra real podría ser mucho mayor— por la pandemia en Perú y “hay quienes lo
aprovechan para atizar el odio, pero también hay más claridad en que las cosas
no pueden seguir como hasta ahora”, me dijo Mendoza desde su pequeño
departamento en el clase mediero distrito de Jesús María en Lima por Zoom.
La candidata de Juntos por el Perú me cuenta que prepara
un “juguito de mango” en su primera mañana libre después de tiempo. Todos
duermen en casa mientras conversamos pero en breve, dice, los despertará.
¿La
primera presidenta peruana?
Sería histórico tener por primera vez a una mujer
como presidenta del Perú, más aún si es una mujer que no nació en Lima, la
capital, sino en Cusco. Es hablante fluida del francés y el quechua. Hija de una profesora francesa que vino del mayo
de 68 siguiendo la ruta del Che y de un profesor de filosofía cusqueño, “Vero”,
como la llaman, también es nieta de la partera y curandera del pueblo de
Andahuaylillas. Estudió psicología y antropología en Francia y se metió muy
joven a hacer política, fue congresista y postuló hace cinco años por primera
vez a la presidencia.
Hoy
vuelve a intentarlo a sus 40 años y, según
algunas encuestas, se disputa el segundo lugar de la intención de voto y su pase
a la segunda vuelta. De llegar al poder encarnaría por fin el esperado relevo
generacional en la política peruana. “Nosotras estamos aquí para hacer que
caigan las caretas”, anuncia Mendoza, aludiendo al puntero de las encuestas,
Lescano, quien promete cambios, se autoproclama como alguien de centro, pero
cuyo partido ha participado en la última marcha
“provida”.
Mendoza no despertó de la
noche a la mañana convertida en el proyecto de líder de la izquierda peruana
que es hoy. Forma parte de esa ola de renovación de la izquierda global
liderada por mujeres. La suya es una izquierda moderna y progresista, muy
distinta de la izquierda populista que ha recorrido América Latina en los
últimos años.
Su visión de país
está en sintonía con las gestiones de otras líderes políticas en el mundo, como
la ministra de Trabajo española y viceministra, Yolanda Díaz,
impulsora de la reforma laboral más importante en la historia reciente de ese
país. O la senadora demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez, quien ha abanderado un proyecto político de izquierda impulsando
banderas como la salud pública universal y el Green New Deal, uno de los
proyectos medioambientales más ambiciosos del mundo; o Jacinta Arden, la primera ministra de Nueva Zelanda, abiertamente feminista y con una
agenda progresista desde la centroizquierda.
La candidatura de Mendoza se inserta en esa línea de políticas que han
pujado por crear transformaciones que socialicen beneficios para los más
vulnerables al tiempo que plantea una fuerte agenda de inclusividad y una plataforma
medioambiental en contra de proyectos extractivistas. “No se trata de
fortalecer este Estado decrépito sino de construir uno nuevo”, dijo. Y añadió:
“La pandemia ha roto el mito de la empresa privada eficiente y sacrosanta que
hoy sabemos puede llegar a cobrar 2000 dólares por un balón de oxígeno y 60.000
por una cama UCI. No tienen reparos en dejar morir a las personas”.
Frente al sálvese quien
pueda de las élites, Mendoza destaca la solidaridad entre mujeres, también
entre las que sostienen las ollas comunes para paliar el hambre pandémico. De
ahí su propuesta de un Plan
Nacional de Cuidados para sostener ese trabajo común.
El cambio en el Perú
El “cambio verdadero” consiste en empezar a
transformar el Perú el año de su bicentenario hacia una verdadera
independencia, porque hace 200 años la ejecutaron las élites sin escuchar a las
mayorías. Por eso, en el corazón de su apuesta política están los derechos, la
justicia social, fiscal y económica. Para no retroceder, Mendoza propone una
minería responsable con reglas claras, reducir la deforestación al 50 por
ciento y diversificación productiva; reconocimiento también de la pluralidad de
pueblos indígenas y afroperuanos; y ha prometido introducir leyes como la
despenalización del aborto, la del matrimonio igualitario y el reconocimiento
de la identidad de género.
Es la única candidata con posibilidades que ha ofrecido vacunación
universal, gratuita y ordenada, así como incrementar el presupuesto para
garantizar salud de calidad para todos. Concibe la educación, las pensiones y
la vivienda como derechos borrados por la Constitución del 93. Y dice que
buscará que internet sea un derecho universal. Pondrá en marcha, además, un
impuesto a las grandes fortunas y una reforma tributaria. A mediano y largo
plazo, Mendoza ha lanzado la idea de iniciar un proceso constituyente y una
asamblea para sustituir la carta magna de la dictadura de Fujimori por una
plurinacional (sería la primera vez que los pueblos indígenas sean incluidos en
este proceso) y paritaria.
¿Nos atreveremos?
Sospecho
que solo hay dos razones por las que muchos peruanos aún no se deciden a votar
por la única candidata que es una
persona normal.
Una es el cordón
sanitario que ha rodeado durante tantos años a la izquierda peruana. Para
alejarla del poder, los sectores de derecha no han dejado de alimentar el
imaginario colectivo de su peligrosidad ideológica y no han dudado en usar para
ello sistemáticamente el fantasma de Sendero Luminoso, el grupo terrorista, y el de Venezuela. Si a eso le sumas la segunda
razón, que Verónika es una mujer que —a diferencia de Keiko, la única otra
candidata de los veinte—, sí está posicionada por los derechos de las mujeres,
podemos hacernos una idea de por qué Mendoza no está a la cabeza de las
encuestas. En el Perú el machismo es transversal y hay muchos conservadores
moderados capaces de optar por un candidato progre como “mal menor” pero a los
que pedirles votar por una candidata progresista y feminista podría ser
demasiado.
¿Se atreverán los
que votan a partidos de derecha liberal a apoyar un voto útil por Verónika como
votó la izquierda por la derecha en las elecciones pasadas para bloquear al
fujimorismo? También está la duda de por quién votarán los miles de
jóvenes que salieron hace un año a defender la
democracia y tumbaron al gobierno usurpador del partido de Manuel Merino y
Lescano.
Aunque los poderes fácticos
intentan mantener el statu quo a toda costa, la situación es tan grave a un año
del inicio de la pandemia que ya no se puede disimular el desgaste del modelo
socioeconómico y la crisis de nuestro sistema político. Por eso voy a votar por
Verónika Mendoza, porque siento que representa ese impulso honesto y solidario
por lograr ponernos en el camino del cambio estructural que necesita el Perú.
Es un momento para ser valientes, para no retroceder, para tomar decisiones
históricas.
Gabriela Wiener (@gabrielawiener)
escritora, periodista y colaboradora regular
de The New York Times.
Es autora de los libros
Sexografías,
Nueve lunas,
Llamada perdida y
Dicen de mí.
¿Quién es
JACINTA ARDERN?
Primera ministra de Nueva Zelanda.
Actualmente en el cargo.
Desde el
26 de octubre de 2017
Sídney,
31 de marzo de 2021
Nueva
Zelanda: aumento el salario mínimo y subió los impuestos a los más ricos para
impulsar la economía
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda
Ardern, señaló que la
serie de medidas que entran en vigor este 1 de abril 2021 “representan mejoras
reales y largamente esperadas en el apoyo que prestamos a nuestros (pobladores)
más vulnerables”
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